Si eres expatriado, te enfrentas al proceso de adaptación en tu nuevo destino. Cada lugar tiene sus propios rasgos culturales, costumbres, incluso puede que una religión distinta. La cultura es el conjunto de tradiciones que se trasmiten de generación en generación, y así como tú llegas con tu manera de hacer las cosas, es importante conocer y respetar los hábitos y rutinas del lugar y de la gente que te acoge.
Cuanto antes entiendas que la clave de tu éxito en el extranjero pasa por encontrar el equilibrio entre tus costumbres y las de los demás, antes disfrutarás del proceso y de las riquezas de la expatriación. Y te lo cuento por experiencia tras haber vivido en cinco países diferentes. No se trata de olvidar tus tradiciones ni de rechazar las nuevas, sino de sustituir ese rechazo por la curiosidad por conocer nuevas costumbres y convivir con las tuyas.
Jamás he renunciado a mis desayunos de café con leche y pan con tomate, ni a los embutidos, ni al queso, ni al vino, pero disfruto mezclando mi gastronomía con los productos locales como las frutas tropicales o el hummus árabe. El resultado es multiplicar todos los sabores, todos los rasgos culturales para tomar lo mejor de cada casa. Pero nadie dijo que fuera tarea fácil.
El resultado es multiplicar todos los sabores, todos los rasgos culturales para tomar lo mejor de cada casa
En este post te quiero explicar las causas desde un punto de vista antropológico y sociológico para que comprendas por qué cuesta tanto adaptarnos a las costumbres de los “otros” llegando a provocar un auténtico rechazo a las culturas ajenas a la nuestra. Para ello te voy a intentar explicar de manera sencilla dos conceptos fundamentales: el etnocentrismo y el relativismo cultural.
- Etnocentrismo se refiere a la capacidad que tenemos los seres humanos para creer que nuestra manera de hacer las cosas es la mejor, sino la única. Ya los colonos europeos practicaban el etnocentrismo con los indígenas que descubrían en las nuevas tierras, las que no existían para el hombre blanco a pesar de llevar ahí tanto como Roma. Decían de ellos que eran salvajes, casi animales, diferentes. Por supuesto, y a Dios gracias, que eran diferentes. Qué horror de planeta si fuéramos todos iguales ¿verdad? El hombre es la plaga animal más grande y más peligrosa del planeta, así que considero bueno que seamos diferentes los unos de los otros.
- Relativismo cultural es aprender a convivir con otras culturas y entender que no hay sociedades mejores que otras, sino diferentes. Yo misma me he horrorizado en algún momento de mis viajes al ver u oír cosas que me parecían de mal gusto, ofensivas o incluso repugnantes. En Qatar, estuve un año y medio luchando contra los prejuicios de una sociedad árabe, musulmana y rica. Muchas veces escuché aquello de “jamás iría a vivir a un país donde las mujeres deban ir tapadas o estén privadas de libertades”. Sin duda todos tenemos nuestros valores éticos y morales. En Nueva Zelanda reconozco que todo fue más fácil porque me sentí culturalmente más cerca de lo que pudiera estar de la sociedad qatarí y de la cultura islámica como mujer. Pero pasados algunos años, desde que ejerzo de antropóloga aficionada, he aprendido que el relativismo cultural traduce la teoría por el dicho popular "allá donde fueres haz lo que vieres" y añadiría, "no sabes cuántas cosas te estás perdiendo"
Es inevitable estar condicionado por las experiencias personales
Por ejemplo, Qatar. Es difícil empatizar con su gente cuando no te sientes acogida. Un amigo me contaba que su experiencia había sido totalmente diferente porque se sintió integrado socialmente desde el primer día. La sociedad qatarí lo había adoptado como un miembro más de su comunidad. Es inevitable estar condicionado por las experiencias personales. Sin embargo, gracias a haber vivido en este pequeño y singular país, no sólo he comprendido que algunas cosas no son cómo me las habían contado, sino que hay que vivirlas. Que la opresión hacia la mujer existe, pero de manera diferente a cómo creía. Que muchos hábitos, son eso, simples costumbres culturales y no tanto religiosas. Y te asombraría saber que los españoles nos parecemos mucho más a los árabes de lo que nos imaginamos: son muy familiares, les encanta comer y las reuniones en torno a una mesa se alargan hasta la noche. También son muy de hablar y compartir. Incluso físicamente, puedes ver rasgos muy familiares a los tuyos.
Algunas cosas no son como me las habían contado, hay que vivirlas
La conclusión es que todo aquello que nos resulta extraño nos produce inquietud. No sabemos las intenciones de los “otros”. Todo lo nuevo nos resulta impredecible, y nuestro cerebro se pone en posición de alarma. De ahí la actitud defensiva que adoptamos a veces cuando nos trasladamos a un lugar nuevo como sucede en el proceso de la expatriación.
Nuestra cultura es nuestro espacio de confort, por eso es que solemos juntarnos con otros expatriados, a poder ser de nuestra nacionalidad o ciudad. Seguimos haciendo las paellas los domingos y nos juntamos para ver un partido de fútbol aunque nunca nos haya gustado. La cultura es comodidad, es saber lo que viene después, marginándonos de lo que sucede fuera de ella para sentirnos seguros dentro. Estigmatizamos y rechazamos al diferente.
No es que nos les demos una oportunidad, es que no nos damos nosotros el permiso para conocerles, para descubrir nuevas formas de vida y de entender el mundo. Al final, no darte permiso para conocer al “otro” es lo que te margina a ti de la realidad que te ha tocado vivir y te hace víctima de una situación que tiene solución: vencer el miedo a lo desconocido y sustituir este miedo por curiosidad ¿te animas?
Todo aquello que nos resulta extraño nos produce inquietud
En Network Positiva encontrarás a un equipo de profesionales que te invitan a pensar siempre en positivo. Recuerda que el Coaching para Expatriados te ayudará en la adaptación al nuevo entorno, porque todo proceso de expatriación conlleva cambios vitales ¿te apuntas?